Hace bastantes años, estaba haciendo fotos en el exterior de nuestro convento y tuve la oportunidad de entrar en el templo porque la persona que lo "aprovechaba" en aquella época, estaba allí y me dejó pasar para hacer fotos del interior. Por aquel entonces, la puerta permanecía cerrada con candado porque en su interior había algunas cosas de valor que tenían que ver con el uso que se le estaba dando, tales como aperos de trabajo y comida para ganado.
Del convento y su templo ya se ha escrito mucho, lo han hecho cronistas, investigadores y aficionados, en revistas, blogs y libros, por lo tanto, no me andaré con rodeos para no repetir lo que ya se ha escrito y os contaré lo que ahora quiero compartir, que no es otra cosa que mi propia interpretación de los restos de pinturas murales que perduran en la pared norte del coro.
En aquella ocasión en la que pude entrar, tuve la suerte de que estaba allí la persona encargada y tenía una escalera de aproximadamente 7 metros, con la que pude subir al coro con bastante dificultad y algo de riesgo. Por aquel entonces andaba yo más ágil que ahora, no obstante, aunque la subida fue relativamente fácil, la bajada no lo fue tanto. El lugar más idóneo para colocar la escalera, era el que se muestra en la foto, apoyándola entre dos "modillones", que son esas cornisas graníticas de orden jónico que en su tiempo debieron soportar y adornar una de las tribunas laterales. Intúyase la relativa dificultad en la bajada.
Una vez arriba, se hace evidente que, al coro solo se podía acceder desde la galería de la planta superior de las dependencias anexas de los Agustinos, seguramente la que albergaba las celdas. Tras quedar el convento derruido, quedó por tanto anulada la única entrada que había al coro y posteriormente se tapió para conservar el templo. Desde ese momento, el coro permanecería aislado. Se puede ver con claridad en las fotos, parte del arco que daba acceso al coro.
Aunque todo el coro está adornado con pinturas murales de motivos ornamentales, vegetales y figuras relacionadas con la Orden, es en la pared norte del coro donde quedan interesantes restos de pintura mural que aún son interpretables. Vamos a dividir esta pared en tres secciones: la parte derecha al este, la central que es la que está sobre la ventana y la parte izquierda.
En la parte derecha se puede apreciar una figura humana que parece femenina, sin hábito religioso y con la característica "mirada devota", que como veremos más adelante, está claramente dirigida a una representación del Calvario de Cristo. Teniendo en cuenta que además de Santa Rita, la Orden tenía otras dos Santas de su predilección que eran Santa Mónica de Hipona y Santa Magdalena (María Magdalena), existe por tanto la posibilidad de que esta representación sea de María Magdalena.
Antes de continuar con la descripción de la sección derecha, vamos a ver qué es lo que está observando esa "mirada devota" que podría atribuirse a María Magdalena, una de las Santas predilectas de la Orden.
Se evidencia al observar la escena que, esa mirada se dirige a una representación de Cristo con la cruz a cuestas, es decir, a la representación de una escena del Calvario que, como veremos más adelante, puede que no fuese la representación original, puesto que hay vestigios de que antes se hubiese representado la Crucifixión. Sea como fuere, en ambos casos, María Magdalena encajaría en el contexto a la perfección.
Continuando con la sección derecha, se puede apreciar la representación de los monjes agustinos desfilando en procesión por la galería. Es curioso lo bien que se aprecia el hábito agustino e interesante que los arcos que se dibujan son conopiales, lo cual, podría suponer un dato más de lo que fue la arquitectura original de las dependencias conventuales desaparecidas.
Dirigiéndonos ahora a la sección central, es evidente que se trata de un Cristo con la cruz a cuestas, es decir, una representación del Calvario. No obstante, en la parte superior derecha se aprecia el resto de una pintura anterior, en particular de un brazo y una mano con lo que parece un clavo que, asemejan la postura de la crucifixión, es decir, originalmente pudo estar representado previamente un Cristo crucificado.
En la parte izquierda, se ve con meridiana claridad una figura humana tocando el arpa. Si analizamos la situación, se trata del coro del convento, un lugar en el que cantaban los monjes y preferentemente cantaban salmos. El libro de los Salmos consta de un total de 150 salmos, de los cuales, 73 se atribuyen al Rey David, figura fundamental del cristianismo y de la Orden que, casualmente, es la figura del cristianismo por excelencia que toca el arpa. Podríamos aventurar por todo lo comentado que, la representación de la izquierda, es el Rey David tocando el arpa. Inicialmente puede despistarnos el tosco dibujo de las manos que asemejan garras y pudiera hacernos pensar en un Leviatán dentro del contexto de un juicio final, pero no, se trata de una figura humana que con la cabeza reclinada toca el arpa. La música de David y los salmos, aliviaban en el sufrimiento y en la prueba, lo cual, encaja del mismo modo en el contexto penitente de la representación de toda la escena.
A continuación se puede atisbar el parecido de nuestros restos de pintura mural con el rostro y la mirada de un célebre óleo de Santa María Magdalena ubicado en la catedral de Córdoba.
Y en este otro caso, el parecido en la pose, con un óleo del Rey David tocando el arpa, dibujado por el pintor Sebastián Conca.